Una pequeña niña que aparentemente ha sido secuestrada y llavada a una isla perdida lanza una botella conteniendo una misteriosa hoja de papel al agua. La botella viaja sin rumbo a través del océano.El presidente de consejo de una sociedad de Naciones Unidas había llamado a todos los delegados de la sociedad porque alguien había traído la vieja botella encontrada en el puerto. El presidente del consejo explica la situación pero antes de proseguir, les pide a todos que coloquen sus manos sobre el corazón para cantar el himno de tan orgullosa sociedad. Mientras todos cantan, Miss Bianca, delegada de Hungría hace su aparición, su primer encuentro es con Bernardo, el conserje. Nadie le reprocha haber llegado tarde a Miss Bianca, pues ella es una ratoncita muy simpática y bella. Una vez terminada la canción, el presidente de consejo llama a Bernardo, para que suba hasta la cima de la botella y saque el mensaje. Bernardo, usando como escalera a un peine al que le faltan varias púas y saltando el escalón número trece, logra llegar hasta arriba y trata con fuerza de sacar el duro corcho. Después de varios intentos el valiente Bernardo lo consigue y puede sacar el mensaje; lo que hay ahí escrito conmueve a muchos de los delegados: "Para el Orferlinato Morningside, Nueva York: Estoy en un muy grave problema, apresúrense. Auxilio. Penny." Miss Bianca, siendo la más sensible, es la más afectada y sin pensarlo dos veces le ruega al presidente del consejo que por favor le permita ir en busca de la pequeña. El presidente le da permiso a Miss Bianca siempre y cuando vaya acompañada; Miss Bianca no tiene objeción y escoje como acompañante al tímido Bernardo, lo que sorprende al presidente.
Bernardo, acepta la proposición y acompaña a Miss Bianca; en autobús, los pequeños ratones llegan hasta el zoo, en busca del Orfelinato Morningside. Es una noche lloviosa y tras consultar su mapa, Bernardo descubre que localizar el orfelinato será fácil después de dar una vuelta alrededor del zoo, Miss Bianca sin embargo, sugiere atravesarlo. Con una objeción sin importancia, Bernardo sigue a Miss Bianca hasta la entrada del zoo, pero una vez dentro, Miss Bianca sugiere dar media vuelta, pues lo que sigue es un lugar sumamente oscuro. Bernardo, al contrario, sugiere seguir y propone ir delante; Miss Bianca espera unos segundos atrás y de pronto, el rugido de un temible león trae a Bernardo corriendo aterrorizado hacía ella. Bernardo toma a Miss Bianca de la mano y los dos huyen a toda prisa del zoo. Una vez fuera, Bernardo sugiere seguir el plan original de dar la vuelta alrededor del zoo, Miss Bianca esta vez no tiene objeción y los dos siguen su camino hasta el Orfelinato Morningside.
El mapa no los había engañado; poco después los dos ratones llegan hasta la puerta de un oscuro edificio del cual solo se vé la luz del vestíbulo. Sobre las dos enormes puertas está escrito en letras grandes, "Orfelinato Morningside". Bernardo y Miss Bianca logran encontrar una ventana abierta y entran en el edificio donde dejan atrás la fría lluvia. En el interior no se oye nada, todos deben de estar durmiendo. Después de explorar la habitación, Bernardo encuentra una caja de cartón donde está escrito el nombre de Penny. La niña no está en el orfelinato, pues este planea deshacerse de estas cosas y seguramente no ha sido adoptada o se habría llevado sus cosas. Sin duda, la niña había desaparecido y nadie sabía donde estaba. Los ratones no tuvieron tiempo de analizar más la situación, y sin pensarlo, los dos ratones corren por sus vidas. Sin embargo, el gato no parece malo y no se le nota ningún interés en hacerles daño; Bernardo cuestiona al gato y este responde: "Sí, yo soy el único que sabe lo que le pasó a Penny, pero ningún humano se molestó en preguntarme a mi." Después, el viejo gato, cuyo nombre era Rufus, les contó sobre la última vez que había visto a la niña. Había sido un día en el que la niña estaba muy baja de espíritus, poco antes había sido día de adopción y ninguna de las parejas visitantes la habían escojido. En lugar, se habían llevado a una niña pelirroja que al parecer, o ella creía, era más bonita. Rufus trató de consolarla y le aseguró que un día una mamá y un papá vendrían al orfelinato a escojerla a ella y a llevársela a su hogar, pero que para ello, tendría que tener fe. Con un poco más de ánimo, Penny le contó a Rufus que no se iría con nadie que no aceptase también a Teddy, su añorado osito de peluche. La niña mostró su agradecimiento ofreciéndole a Rufus unas galletas de miel, y los dos dejaron el dormitorio a buscar su merienda. Esa había sido la última vez que Rufus había visto a Penny y la historia conmovió a sus dos escuchantes que desesperados buscaban una pista más. Rufus les contó sobre la sospechosa mujer que había tratado de ofrecer a la niña un paseo en coche; ella y su amigo eran dueños de una tienda de empeño no lejos del orfelinato. Bernardo y Miss Bianca sabían que habían encontrado una pista definitiva, pero el noble Rufus tenía dudas sobre lo que un par de ratoncitos podrían hacer si en realidad esa mujer se había llevado a la niña.
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